viernes, 25 de noviembre de 2011

Los huevos blancos no existen



Parece mentira pero en una semana fui incapaz de encontrar un huevo blanco en todos los supermercados de mi pueblo así que no tuve más remedio que realizar este ejercicio con un huevo marrón. He aquí el resultado:



Primero hago fotos al huevo lleno sobre el plato blanco. Mientras hago dibujos y fotos al huevo sobre un plato blanco de la cocina de uso cotidiano cuyo aspecto es desgastado y roto, mi madre busca desesperadamente otro plato (el de la vajilla de las ocasiones especiales) y me trae un plato con un bonito borde azul.



Al fin mi padre consigue un plato bonito y blanco (también de ocasiones especiales pero no tanto como el que sacó mi madre) y mientras yo me peleo con todos los bolígrafos de la cocina porque ninguno escribe bien.
Mª Jesús, la profe, sale en la televisión.
Por fin presto atención al huevo y consigo hacerle las fotos lleno así que me dispongo a vaciarlo.
Hago un agujero en la parte de arriba y otro en la parte de abajo del huevo con un imperdible y finalmente vacío el huevo de su contenido.


Aprovecho el pato de aspecto barroco que me trajo mi madre para hacer una foto al huevo vacío.




Mis padres se van de casa y me quedo sola.
También hago fotos al huevo sobre la sustancia de la cual ha sido liberada, limpio el huevo y me dispongo a romperlo y me deshago del plato de mi madre.
Antes de descomponerlo del todo le hago fotos al interior.
Estoy escuchando 'Peaches'.
Rompo el huevo y hago fotos de planos generales de las cáscaras y también hago macros.



Hago cachos de celo y los pego en el borde de la mesa.


Dejo de escuchar 'Peaches' y pongo 'Prodigy'.
No sirvo para la reconstrucción de huevos.
Se me cae el huevo a mitad de la reconstrucción y la cámara me dice que la tarjeta SD está llena, todo apunta a que será una mañana estupenda.



El huevo por fin parece que va tomando forma (no de huevo pero forma, al fin y al cabo).
Parto más celo y cada vez los trocitos de huevo tienen menos que ver los unos con los otros, nada encaja.
Vuelvo a meter la clara y la yema en el huevo recompuesto pero todo se sale, uso el plato de borde de frutas de mi madre para no mancharlo todo.


Retiro la cinta adhesiva de nuevo y fon ella forro uno de los bolígrafos que no escribía sobre el plato que trajo mi padre.


He decir que creía que recomponer un huevo no es tan fácil como pensaba.
Hoy como tortilla.
Por último comentar que desde hace tiempo tenía la impresión de que mi madre influía bastante en la estética de mi trabajo y hoy me ha demostrado, rotundamente, que efectivamente lo hace.

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